En su oficio, nada común en Colombia, se mezclan la destreza del ebanista, la disciplina del músico y el oído del afinador. Una actividad sonora tras bambalinas. Ingresar en su lugar habitual de trabajo es como entrar a un bosque encantado. Y no es gratuito eso de bosque porque, sin lugar a dudas, se trata de un escenario mágico. Por un lado, tiene la gran capacidad de producir sonidos y, por otro, su materia prima es la madera. Se llama Nicolás Alexiades y su fisionomía no corresponde a la del imaginario tradicional de una persona que realice este oficio. Según sus propias palabras, las personas piensan que el organero nace a los 60 años y muere a los 140. Lleva varios años dedicados a esta actividad y siempre que tiene contacto con lo que se conoce como un órgano tubular, se sorprende porque a lejos espera encontrarse con un mundo maravilloso, pero cuando se acerca llega a la conclusión de que lo que se alcanza a ver es sólo la punta de un iceberg lleno de historias, sonidos y fantasías. Estudió en el Gimnasio Moderno, de Bogotá, donde se encontró cuando apenas tenía diez años con un pequeño instrumento y desde ahí supo que su vida estaría ligada a él, aunque nunca tuvo la intención de convertirse en intérprete porque desde la infancia le han llamado la atención aquellos trabajos tras bambalinas. Como quien dice… él construye el carro pero otro se encarga de manejarlo. Fuente el espectador. http://www.elespectador.com/impreso/cultura/cultura/articuloimpreso-organero-de-profesion

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